Sossego


Somos un planeta ocular, que observa indiferente las mutaciones ajenas.
Somos individuo.
Encerrados y prisioneros de una córnea.
Mis ojos son inútiles, pues sólo me devuelven la imagen de lo conocido.
Mas existe el sueño sosegado,
el ojo que destruye paredes y ventanas,
el último caparazón del cuerpo perdido,
que no emite juicios ni críticas,
busca reflexión, curiosidad, meditación
ese ojo pertenece al otro cuerpo oculto en nosotros mismos,
que es un constante rayo de luz intermitente,
una insaciable luz que corroe como el rojo de las ciudades,
que crece como el sol
y se despierta en nuestras realidades oníricas
y te empuja más allá del límite.

Cabashito. Baires - 2004

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